domingo, 11 de febrero de 2024

ADELANTO: PRESENTAMOS LA INTRODUCCIÓN DEL LIBRO ARGENTINO DEDICADO A LOS CIEN AÑOS DE “LOS ARGONAUTAS DEL PACÍFICO OCCIDENTAL” DE BRONISLAW MALINOWSKI

La Editorial Antropofagia, el Centro de Antropología del Instituto de Desarrollo Económico y Social (CAS-IDES), y el Centro de Investigaciones Sociales (CIS-IDES/CONICET) acaban de publicar en forma electrónica el libro Un viaje de cien años. Perspectivas latinoamericanas sobre Los Argonautas del Pacífico Occidental de Bronislaw Malinowski, compilado por Sergio Visacovsky, Santiago Álvarez, Fernando Alberto Balbi y Rolando Silla. El libro surge de las jornadas organizadas por el CAS-IDES en 2022, en ocasión del centenario, e incluye textos de investigadores de Argentina, México, Colombia y Brasil. POTLACH - ANTROPOLOGÍA Y POLÍTICA presenta en exclusiva la introducción del libro, a modo de adelanto. 


ADELANTO

INTRODUCCIÓN

Santiago Álvarez
 Fernando Alberto Balbi
Rolando Silla
Sergio Visacovsky


[En: Un viaje de cien años. Perspectivas latinoamericanas sobre Los Argonautas del Pacífico Occidental de Bronislaw Malinowski. Sergio Visacovsky, Santiago Álvarez, Fernando Alberto Balbi, Rolando Silla (Compiladores). Buenos Aires: Editorial Antropofagia, CAS-IDES & CIS-CONICET/IDES. ISBN 978-987-1983-58-2. En prensa].




No caben dudas de que la publicación, en 1922, de Los Argonautas del Pacífico Occidental, de Bronislaw Malinowski tuvo un impacto significativo sobre la naciente antropología social de la época, ni de que ese episodio editorial se ha asentado como uno de los hitos del desarrollo de la disciplina. Quienes escribimos esta introducción ya hemos dejado atrás la juventud, y no sólo abrigamos el recuerdo de la feliz lectura de Los Argonautas... como una experiencia iniciática —para algunos de nosotros, incluso, como nuestra puerta de entrada a la antropología—, sino que percibimos vagamente que sus páginas informan nuestras propias formas de entender esta profesión. Pero las disciplinas están siempre en transformación, y ya no es tan común que los jóvenes que se inician en la antropología tomen contacto con mucho más que la introducción de Los Argonautas..., ni es demasiado probable que, después de acumular algunas décadas de experiencia profesional, vayan a recordarlo como su puerta de entrada a la especialidad. Sin embargo, no deja de ser cierto que quienes nos dedicamos a la antropología seguimos considerando a Los Argonautas... como uno de nuestros libros clásicos, y que —acaso de manera menos extendida— el propio Malinowski es visto como un autor clásico.

Desde luego, estas variaciones en nuestras formas de representarnos al libro y a su autor no deberían sorprendernos. El estatus de los textos y autores clásicos es siempre problemático, empezando porque no hay motivos unívocos que expliquen qué es lo que los hace ‘clásicos’. Refiriéndose a los clásicos de la literatura, Italo Calvino afirmaba: “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir” y agregaba que “es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, que la obra se sacude continuamente de encima” (Calvino, 1994: 10). En suma, para Calvino, un libro es un clásico por sus cualidades intrínsecas, y porque siempre se sobrepone a las críticas. Esta es, tal vez, la forma más casual en que solemos referirnos en la antropología a nuestros propios clásicos: como lecturas que siempre valen la pena, que nos enseñan algo nuevo cada vez que las revisitamos, que han sido —y son— criticadas, pero siguen siendo ineludibles. Asimismo, acaso por extensión, decimos cosas parecidas sobre los autores que consideramos como clásicos. Por otro lado, en una tónica más analítica, muchos colegas reducen el asunto a su dimensión sociológica. Algunos investigadores creen que los libros y autores clásicos son colocados en esa posición retrospectivamente. Por ejemplo, el sociólogo Jeffrey Alexander (1990) argumentaba que —a diferencia de las naturales—las ciencias sociales tienen clásicos porque, puesto que nuestras teorías involucran a sus propias condiciones de producción, no podemos establecer acuerdos fuertes, existe un desacuerdo no empírico generalizado, y necesitamos sublimar las diferencias para poder mantener la comunicación. “La necesidad funcional de los clásicos se origina en la necesidad de integrar el campo del discurso teórico”, escribía Alexander (1990: 42), aludiendo a la necesidad de fijar los límites entre las distintas disciplinas. Así, al discutir sobre los autores clásicos (sobre lo que ellos supuestamente decían y la medida en que ello es relevante), estamos, en realidad,  generando las condiciones necesarias para poder hablar sobre el mundo social que habitamos. Otros colegas tienden a abordar la cuestión en términos constructivistas, y atribuyen el carácter clásico de éste o aquel libro o autor a operaciones exitosas dedicadas a colocarlos en ese lugar de privilegio, también retrospectivamente, y/o a operaciones igualmente bien sucedidas que fueron desarrolladas por figuras del pasado para impulsar sus propias carreras presentándose como innovadores o como figuras de importancia capital para sus disciplinas, lo que, por lo general, habría supuesto también ‘invisibilizar’ a sus competidores y predecesores. De esta suerte, los clásicos serían piezas de la estructura de una comunidad académica, resultantes de consensos inducidos artificialmente, o ejemplos de formas de autopromoción muy bien logradas. 

Acaso convenga pensar en un punto medio. Parece razonable aducir que los clásicos son definidos retrospectivamente —el pasado, se sabe, es siempre el pasado que nos representamos en el presente—, pero también que esa definición tiende bastante sistemáticamente a recaer sobre textos y autores que ya tuvieron cierto reconocimiento en su época —ya fuera ganado a fuerza de méritos, de maniobras maquiavélicas, o de ambas cosas—, y los casos en que algunos son rescatados de un olvido o desinterés generalizado y promovidos a la feliz condición de clásicos suelen ser, justamente, los más claramente relacionados con operaciones, generalmente dirigidas a la construcción de nuevos espacios institucionales o nuevas especialidades, o a la promoción de las carreras de quienes las desarrollan. En este sentido, resulta bastante ilustrativo el contraste entre los casos de Marcel Mauss y Gabriel Tarde. El de Mauss es un ejemplo de un autor que fue realmente influyente en su época pero que luego de su forzado retiro había tendido a quedar fuera del centro de atención, y que, después de no mucho tiempo, fue rescatado estratégicamente por dos jóvenes figuras en ascenso que intentaban afirmar sus propias posiciones en sus respectivos campos —Claude Lévi-Strauss, en el de la etnología, y Georges Gurvitch en el de la sociología—. Por su parte, Tarde fue una gran figura de la sociología francesa de fines del siglo XIX, pero más por su posición institucional (llegó a ser el máximo responsable de las estadísticas del Estado francés) que porque sus contemporáneos adoptaran sus posiciones teóricas, en un contexto marcado por el ascenso de Émile Durkheim, cuyo funcionalismo se mostró mucho más propicio como base de agendas de investigación que aparecieran por entonces como productivas; independientemente de lo que podamos pensar hoy de la teoría de Tarde, lo cierto es que hizo falta que fuera rescatada del olvido muchas décadas más tarde por Bruno Latour, como parte de su ataque generalizado contra la ciencia de la sociedad, que sin duda le exigía contar con un antepasado francés.

El caso de Los Argonautas... y de Malinowski, es del primer tipo. En efecto, ambos estuvieron, sin lugar a duda, en el centro del desarrollo de la antropología de la época, y sus condiciones de clásicos han sido tanto reafirmadas como contestadas una y otra vez en períodos posteriores. De hecho, cabe sospechar que el ida y vuelta en este sentido es un factor central de su estatus contemporáneo, porque es claro que la antropología social actual difiere inmensamente de la de su época, de resultas del fin del período colonial, los giros lingüístico y literario, el desarrollo de las antropologías ‘nativas’ en los países de la periferia, y la eclosión de una diversidad de campos temáticos, enfoques y aproximaciones metodológicas tan profusa que ha llevado a distinguidos colegas a preguntarse en qué sentido se trata, a estas alturas, de una y la misma disciplina. Porque ocurre que, incluso si muchos antropólogos dan por totalmente obsoleta a la antropología de las décadas de 1920 y subsiguientes, no podemos evitar volver una y otra vez a Los Argonautas... y a Malinowski, sea para abrevar en ellos o, simplemente, para volver a criticarlos una y otra vez. Se diría que aquí aplica de una manera muy adecuada otra de las caracterizaciones de Calvino: “Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo” (Calvino, 1994: 13). 


Canoes [kalipoula probably at Tukwaukwa], c. 1915-18.
 (© London School of Economics and Political Science; fuente:
 https://archives.lse.ac.uk/Record.aspx?src=CalmView.Catalog&id=MALINOWSKI%2f3%2f4%2f1)

Lo cierto es que, como buenos clásicos, tanto Malinowski como Los Argonautas... son materia de debate —aunque tal vez no sea inadecuado estimar que el autor es más cuestionado y subestimado que su libro—. Hay quienes piensan que Malinowski creó de cero la etnografía moderna y que Los Argonautas... es la primera obra que merece ser considerada como tal, así como hay quienes insisten en restarle el menor atisbo de originalidad al autor, y en reducir el libro a una ‘carta mítica’ particularmente eficaz para una modalidad de investigación y un campo disciplinario que ya estaban en proceso de establecerse. Entre ambos polos, se mueven quienes ven en Los Argonautas... un —por entonces— nuevo tipo de libro que vino a combinar una serie de desarrollos metodológicos y teóricos hasta entonces dispersos, y en Malinowski al hombre que supo darlo a luz, agregando acaso algunas innovaciones de interés. Estos últimos colegas varían entre los que tratan todo el asunto con cierta astringencia, insistiendo más en las continuidades respecto de autores y textos anteriores que en las novedades aportadas por Malinowski y su libro, y los que, sin dejar de atender a esos antecedentes, le otorgan algo más de crédito a Los Argonautas... y a su autor, y se extienden en el análisis de lo que habrían tenido de novedoso. Varían también entre los que ponderan los aportes de Malinowski como exclusivamente metodológicos y ven en Los Argonautas... al volumen que los condensó de una manera ejemplar, y quienes creen que, a pesar de la pobreza de la teoría general sobre la cultura que desarrolló algunos años más tarde, Malinowski no fue solamente un etnógrafo, y que en las páginas de Los Argonautas... es posible encontrar aportes teóricos que fueron relevantes en su momento y que, en las lecturas más generosas, lo serían de alguna manera incluso hoy.

De allí que sea muy difícil, en la introducción a una obra colectiva como la presente, y especialmente considerando que lleva cuatro firmas, hacer afirmaciones demasiado tajantes sobre el lugar de Malinowski, e incluso de Los Argonautas..., en la historia de la antropología social. Al contrario, nos parece mucho más realista y productivo dejar que sean los autores de cada capítulo quienes sienten posiciones con firmeza, y limitarnos aquí a trazar un espectro de lecturas posibles. 

En este sentido, cabe comenzar por advertir que pensar a Los Argonautas... y a Malinowski como clásicos no equivale a aceptar el mito de la invención ex nihilo de la etnografía moderna, desconociendo los aportes de antropólogos, misioneros, comerciantes, administradores coloniales, etc. que desarrollaron procedimientos y enfoques analíticos que Malinowski integró y articuló en su propio trabajo, aunque en ocasiones evitara reconocerlos (Stocking, 1983; Delgado Rosa y Vermeulen, 2022; Kuper, 1973,2022). Al contrario, importa recordar que el trabajo de Malinowski fue un episodio del largo proceso por el cual la antropología se transformó en una ciencia de campo, que a su vez fue parte de un amplio movimiento en esa dirección que reconfiguró a numerosas especialidades (Kuklick, 1997). Así, más que discutir sobre la relativa ‘originalidad’ de su propuesta, cabe tratar de entender en qué sentido ella operó una síntesis que, en tanto tal, condensó una nueva forma de hacer antropología.

Tal como observara Ladislav Holy hace ya casi cuarenta años, la combinación de la co-residencia, los procedimientos de investigación que solemos condensar con la expresión ‘observación participante’, y la teoría es, seguramente, el gran aporte de Malinowski al desarrollo de la metodología etnográfica:


(...) el hecho es que el papel de Malinowski en la historia de la antropología social se deriva de haber hecho algo que no se había hecho antes. No es que él haya inventado la observación participante, como a menudo se cree. Hubo muchos otros antes que él que hicieron investigación social a través de la observación participante, aunque no eran científicos sociales profesionales (...). Tampoco es que fuera el primer antropólogo en hacer su etnografía mediante su residencia de larga duración en la comunidad nativa y mediante la comunicación con sus miembros en su propia lengua, como también se suele creer (...). Lo que hace que el lugar de Malinowski en la historia de la antropología social sea único es que fue el primero en utilizar la observación participante para generar conocimiento antropológico específico. En la raíz de este logro se encuentra el hecho de que él unió fenómenos que hasta entonces habían tenido una existencia independiente: la teoría antropológica destinada a explicar la etnografía disponible y la producción de esta etnografía mediante la observación participante. (Holy, 1984: 15-16)

Esta síntesis producida por Malinowski tendió a convertirse en el estándar a seguir por las futuras generaciones de antropólogos para poder desarrollar una ciencia basada en el trabajo de campo etnográfico. En efecto, el modo de hacer etnografía propuesto por Malinowski fue ampliamente aceptado, aunque no cabe decir que lo fuera de una manera unánime. Sir James George Frazer, representante del viejo saber del evolucionismo inglés y considerado por muchos como el antropólogo de sillón par excellence, accedió a prologar Los Argonautas..., y lo hizo mostrándose pródigo en elogios:


Característico del método del doctor Malinowski es tener en cuenta todas las complejidades de la naturaleza humana. Por así decirlo, ve hombres en relieve, no perfiles de una sola dimensión. Recuerda que el hombre es una criatura de emociones, por lo menos tanto como de razón y está constantemente en la brecha para descubrir lo mismo la base emocional que la racional de cualquiera de sus actos. (Frazer, 1986: 8)

Por su parte, Robert Lowie, integrante de la primera camada de alumnos de Franz Boas, relativista cultural, contrario al paradigma evolucionista y cultor de una cierta versión del difusionismo, reconocía en 1937 (no sin algunas agudas observaciones) la importancia de la renovación metodológica que proponía Malinowski. Lowie afirmaba que:


Dotado de un sentido literario poco usual, logró crear un cuadro muy realista de sus melanesios. Sustituyó la tradicional monografía tribal sistemática por una serie de libros, cada uno de los cuales está dedicado a un tema central que se expone en sus relaciones con la vida de la tribu considerada como un todo. Así, la descripción de un sistema de trueque ceremonial está íntimamente unida a reflexiones acerca de las canoas de los mercaderes, los derechos de propiedad, las distinciones de clase, las reglas de herencia y la magia. El cultivo del ñame resulta ser la base de la riqueza, del poder y de la ley, y a la vez se halla ligado con la magia de manera inseparable (...). Seguir este procedimiento significa inevitablemente incurrir en repeticiones, pero el lector se empapa del ambiente de las islas Trobriand, viendo a los aborígenes como seres humanos y no como títeres disecados para producir determinadas nomenclaturas para parientes o para ilustrar alguna ley sociológica. Y lo más importante de todo es que este cuadro no descansa en un impresionismo vulgar, pues por subjetivas que en parte nos parezcan las interpretaciones, hay una cantidad muy estimable de material textual, a saber, traducciones a la letra de las informaciones dadas por los indígenas, junto a versiones más libres. (Lowie, 1974:282)

Es igualmente cierto que sobre Malinowski ha pesado históricamente una fuerte crítica a sus esfuerzos teóricos y analíticos. Esta crítica fue particularmente dura entre las primeras generaciones de antropólogos que lo sucedieron. Por ejemplo, a mediados de los años 1950, Edmund R. Leach (1974) calificaba la teoría de la cultura de Malinowski como aburrida y trivial. Asimismo, casi en la misma época, Edward Evan Evans-Pritchard—que, por cierto, tuvo una relación personal difícil con Malinowski— decía sobre Los Argonautas...


Malinowski hace el intento de explicarnos el significado del Kula. El intento es un fracaso, porque no nos ofrece interpretación sociológica de ningún tipo. ¿Por qué? Malinowski no tenía ni idea de lo que era un análisis abstracto y, por tanto, de la estructura (…) El libro está mucho más orientado a la magia que al Kula. Todo lo que nos dice pudiera haber ocupado 50 páginas en vez de las 500 que ocupa. En cierto sentido, es un ejemplar de libro que responde al modelo de novela sociológica escrita, por ejemplo, por Zola. (Evans-Pritchard, 1987: 251-252)

Sin embargo, más significativo que las críticas expresas que recibió Malinowski de parte de sus contemporáneos —atravesadas inevitablemente por diferencias de enfoque, rivalidades y tensiones interpersonales—, es el hecho de que la mayor parte de los estudiantes que pasaron por su famoso seminario de la London School of Economics abrazaran la teoría estructural-funcionalista de su contrafigura, Alfred Reginald Radcliffe-Brown (Kuper, 1973), y que incluso los antropólogos que se mantuvieron más cerca de sus orientaciones generales —como Raymond Firth o Leach— incorporaran ampliamente elementos de esa teoría y la tuvieran como su principal interlocutora. Queda claro que, en contraste con la recepción de su versión del trabajo de campo etnográfico, la teoría general de Malinowski, centrada en la consideración de la cultura como una respuesta a las necesidades de los individuos humanos, fue poco valorada por sus contemporáneos. Por otro lado, no es menos cierto que Malinowski hizo aportes teóricos de consideración en cuestiones tales como la de los intercambios recíprocos (que fue motivo de un productivo intercambio teórico con Marcel Mauss), la teoría sobre la magia, el análisis del mito, la caracterización y el análisis de la economía ‘primitiva’ (que más tarde sirvieron como base para el desarrollo de la perspectiva de Karl Polanyi), y la teoría lingüística (terreno en el cual fue expresamente reconocido apenas un año después de la publicación de Los Argonautas...).[1]

Más allá de los lugares comunes que hacen a la identidad de la disciplina y de controversias alejadas de nosotros en tiempo y espacio, un aniversario como el que aquí nos convoca (que no se dedica a cualquier especialista ni a cualquier obra) es una buena oportunidad para ir más allá del homenaje obediente o la impugnación sin contemplaciones: se trata, en fin, de llevar a cabo una revisita crítica de la obra y del autor para una más madura reflexión sobre qué sigue vigente y qué no de todo aquello. Hacer esa clase de revisita nos da la oportunidad de preguntarnos cómo nos ubicamos en relación con Los Argonautas... y con Malinowski desde este presente y desde este lugar, con nuestra historia y nuestras condiciones para trabajar y producir conocimiento desde la antropología social.

Se trata, sin lugar a duda, de una pregunta compleja. Sin ánimo de darla por respondida, cabe observar que un punto para tener en cuenta es el de las diferencias entre los debates contemporáneos sobre una obra o un autor, y la relectura hecha ya desde cierta distancia temporal. Las lecturas más o menos contemporáneas, del tipo de las que Lowie o Evans-Pritchard dedicaron a Malinowski, son siempre parte de debates en curso que traducen, además de diferencias teórico-metodológicas, el estado de la trama social en que un texto o conjunto de textos ha sido producido. En cambio, las relecturas distantes están informadas por debates muy posteriores a los del contexto de producción de los textos, y traducen tramas sociales que hacen a las posiciones de quienes las hacen, y ya no a la de su autor. Así es que esas relecturas distantes tienden, con frecuencia, a asumir inadvertidamente perspectivas whig, dando por sentado lo necesario e ineludible de ciertos desarrollos posteriores, lo que suele llevar, según cuál sea la orientación de quien comenta, bien a que los aportes de autores pretéritos parezcan insignificantes, bien a que parezca que prefiguran uno u otro aspecto de los enfoques actuales. Ambas cosas han sucedido con Malinowski, a quien suele atribuírsele la fundación de la etnografía tal cual la entendemos hoy, como si nada hubiera cambiado en este terreno, al tiempo que se tiende a desmerecer sus aportes teóricos sólo porque, hoy en día, su mirada positivista y la variedad del empirismo a la que adhería[2] hacen que parezcan irrelevantes. Con ello, se obscurecen tanto la especificidad de los aportes de Malinowski al desarrollo de la etnografía, que parecen disolverse en el marco de sus versiones contemporáneas, como la relevancia que tuvieron sus aportes teóricos en el contexto en que los hizo. Contra este tipo de error, nos interesa proponer lecturas de Los Argonautas... que atiendan a su contexto de producción y, de esta forma, nos habiliten a valorar su relevancia para la antropología actual sin confundirla con su significación histórica.


Canoes - [2 men on canoe showing carved prow], c. 1915-18.
(© London School of Economics and Political Science; fuente:
 https://archives.lse.ac.uk/Record.aspx?src=CalmView.Catalog&id=MALINOWSKI%2f3%2f4%2f8).


Cien años de Los Argonautas

Cien años han pasado, y las transformaciones sociales (entre ellas, por dar sólo un ejemplo significativo para nuestra ciencia, el proceso de descolonización), sumadas a las nuevas tecnologías que modifican el aquí y el ahora de la experiencia vital humana, hacen que el mundo de entreguerras en que fue concebido el pensamiento malinowskiano nos resulte en cierto modo lejano y extranjero. Las críticas a la ‘colonialidad’ de la Antropología Social han llevado, en mayor o menor medida, a que muchos estudiantes de antropología desconozcan los textos clásicos de la disciplina, o a que apenas los conozcan de segunda mano, ya filtrados por las lecturas de autores que reducen y simplifican su contenido. Es también habitual que se presente a los clásicos sólo para someterlos a una crítica superficial y altamente reduccionista. Ghassan Hage argumenta con razón que quienes estamos involucrados en los estudios antropológicos deberíamos ir más allá del mero descarte de partes enteras de la disciplina. Así,


Considerar, con un abuso absoluto, a la antropología como a una forma de conocimiento blanco colonial ha sido a menudo un atajo para personas que no tienen el tiempo o son demasiado perezosas para leer textos. Por supuesto, es mucho más sofisticado y radical tener un buen ‘slogan crítico’ que decir ’no leí nada de eso´, pero cuando lo hacen las personas de quienes uno espera más es, como mínimo, desilusionante y frustrante. (Hage, 2017)[3]

Desde el punto de vista de Hage, considerar a la Antropología como un mero proyecto colonial blanco equivaldría a dar por terminado el tipo de conversación que propone la antropología. Esto no es un dato menor, ya que apunta al diálogo humanista que se encontraba en el centro mismo del proyecto malinowskiano. En palabras de Maurice Bloch,


Malinowski proponía una “larga conversación” que tiene lugar entre la gente con la que vivimos durante nuestro trabajo de campo y a la que inevitablemente nos sumamos. Una larga conversación en la que no solamente se intercambian palabras, sino que, de tiempo en tiempo, también objetos, animales, personas, gestos y golpes, pero en la que, sin embargo, el lenguaje juega la parte principal. Para él todo iba a encontrarse allí, en esa conversación. (Bloch, 1977: 278).

Este libro ha sido concebido como una instancia más de esa larga conversación. Los textos que lo conforman son, con una sola excepción, el resultado de una serie de discusiones, debates y diálogos que se desarrollaron a partir de las jornadas organizadas en Buenos Aires en agosto de 2022 por el Centro de Antropología Social del Instituto de Desarrollo Económico y Social (CAS-IDES), en conmemoración de los cien años de la publicación de Los Argonautas del Pacífico occidental. Allí fueron tratados diversos temas relativos a y/o evocados por sus páginas: se habló de la recepción del libro entre sus lectores contemporáneos; se discutió la actualidad o la caducidad del modelo etnográfico que proponía Malinowski; se debatió sobre su influencia en nuestros contextos académicos, en Latinoamérica en general y en la Argentina en particular; se trabajó sobre el abordaje etnográfico del lenguaje en el trabajo de campo en las islas Trobriand; se abordaron las implicancias teóricas de la mirada del autor sobre la magia y sobre el intercambio simbólico del Kula; se examinaron algunas claves de lectura desde las que ha sido leído el libro; se examinaron los lugares de la experiencia y de la teoría en el quehacer etnográfico de Malinowski y en las páginas de Los Argonautas...; etc. En algunos casos, los participantes expusieron sus propias experiencias etnográficas para mostrar cómo estaban iluminadas por el trabajo del viejo maestro polaco. En otros, se recuperaron críticamente algunas de sus ideas para examinar cuestiones contemporáneas. 

Obviamente este encuentro no ha sido el único evento dedicado durante 2022 a los cien años de la publicación de Malinowski. Al parecer, en algunos casos el aniversario constituyó una ocasión propicia para la revisión de un pasado de la antropología que suele ser dado por sentado —algo bastante frecuente en la disciplina desde hace un tiempo—. Sólo a modo de ejemplo, cabe mencionar que la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México organizó en octubre de 2022 un “Coloquio Internacional a 100 años de Los Argonautas del Pacífico Occidental, de Bronislaw Malinowski”, en el que participó la colega Rosana Guber, autora del prefacio de este libro.[4] En ese marco, Adam Kuper (2022) observó que Malinowski llevó a la realidad de modo brillante lo que, en mayor o menor medida, habían buscado realizar sus predecesores R. R. Marett, en 1912, y William Henry Rivers, en 1913.[5]

El centenario también fue la ocasión para la publicación de varios artículos y libros. Destaca, en este sentido, el volumen Ethnographers Before Malinowski. Pioneers of Anthropological Fieldwork, 1870-1922, que dirigieron Frederico Delgado Rosa —un joven antropólogo portugués— y el neerlandés Han F. Vermeulen, conocido especialmente por sus trabajos sobre el desarrollo de la antropología europea. El propósito evidente de esta compilación es desmentir la creencia de que el trabajo de campo fue establecido por Malinowski en 1922, destacando por el contrario cómo el período comprendido entre 1870 y la publicación de Los Argonautas... estuvo repleto de experiencias llevadas a cabo por antropólogos y aficionados, varones y mujeres, e incluso por expertos nativos. A su vez, el libro de Delgado Rosa y Vermeulen (2022) dio lugar a una mesa redonda realizada a principios de julio del año pasado en el Royal Anthropological Institute. También hubo otros eventos, como “Malinowski y los Argonautas: cien años de antropología económica y el método etnográfico”, que se llevó a cabo en el mismo mes de julio en London School of Economics. Los organizadores pretendían reafirmar el lugar de Malinowski como punto de partida de los métodos etnográficos modernos, pero también situaban a Los Argonautas como un hito para el desarrollo de la antropología económica, en cuanto un eslabón fundamental para los desarrollos ulteriores de Marcel Mauss y de Karl Polanyi. Estas publicaciones y eventos académicos conmemorativos nos invitan a revisitar a Los Argonautas... de otros modos, porque rescatan a Malinowski como a alguien que hizo contribuciones significativas en áreas específicas del conocimiento y no sólo en relación con los procedimientos o caminos para alcanzarlo.

Queda claro entonces que este libro se inscribe dentro de un marco global de conmemoración y reflexión sobre Los Argonautas del Pacífico Occidental. Haber llevado este proyecto a la realidad es también nuestro modo de debatir sobre el presente y futuro de la antropología social y de la etnografía tal como las conocemos y como quisiéramos que llegaran a ser. Y, cabe agregar, es un intento de intervenir en ese decurso desde nuestro lugar en el mundo, desde América Latina, de donde somos nativos todos los autores de los textos aquí reunidos, que pasamos a presentar en la próxima sección.

Kula [taking solava to the Chief], c. 1915-18. 
(© London School of Economics and Political Science; fuente: 
https://archives.lse.ac.uk/Record.aspx?src=CalmView.Catalog&id=MALINOWSKI%2f3%2f19%2f5)

Sobre los capítulos

El primer capítulo de este libro gira en torno a la importancia, ya señalada, de abordar a Los Argonautas... reponiendo el contexto en que fue primero producido y luego leído por los contemporáneos de Malinowski. En “Más allá del trabajo de campo, Bronislaw Malinowski y Alfred Métraux: prácticas etnográficas en el Pacífico, magia y vínculos académicos”, Sergio Carrizo trabaja sobre la circulación y el impacto de la obra malinowskiana en el momento inmediatamente posterior a la publicación de Los Argonautas. En 1932, la Revista del Instituto de Etnología de la Universidad de Tucumán, dirigida por Alfred Métraux, publicó un artículo sobre la magia en Malekula donde se citó a Malinowski. Tal vez la primera referencia al trabajo de Malinowski dentro del ámbito académico argentino. Carrizo nos muestra prácticas de investigación, temáticas y espacios académicos convergentes concretos que vinculan al etnólogo francés con el antropólogo de origen polaco. El Pacífico, el interés por la magia, la Universidad de Yale, e incluso una conferencia sobre Malinowski dictada por Métraux en Tucumán durante la década de 1930, son algunos de los elementos que los relacionan. Además, Carrizo no sólo ofrece una muestra de las tantas confluencias que experimentaron durante el temprano siglo XX la etnología francesa y la antropología británica, sino que se acerca al primer posible contacto, trunco, que tuvo nuestro país con la propuesta malinowskiana.

 

Los dos capítulos siguientes traen a estas páginas las claves de lectura en disputa que abordan a Los Argonautas... y al propio Malinowski como relevantes en términos que serían, bien exclusivamente metodológicos, bien inseparablemente teóricos y metodológicos.

 

Santiago Álvarez, en “Malinowski en la cápsula del tiempo” reflexiona acerca de la actualidad de Los Argonautas... centrándose en el análisis del paradigma investigativo que el texto propone. Expone la relevancia actual del trabajo de campo etnográfico como llave para dialogar con el “otro”, entendida como el sentido último de la observación participante desarrollada por Bronislaw Malinowski. Contrasta esta práctica empírica y su necesidad etnográfica con modos del quehacer antropológico que, de alguna manera dan por sentada la voz del otro y dedican sus mejores esfuerzos a estériles análisis y debates teóricos. Álvarez discute la persistencia del esquema básico del método de la observación participante frente a las nuevas tecnologías virtuales y, particularmente, en el desarrollo de investigaciones en las redes sociales. Todo esto lo lleva a reafirmar la persistencia de los lineamientos etnográficos esenciales de la obra de Malinowski.

Por su parte, en “Bronislaw Malinowski y el carácter huidizo de los hechos: etnografía y teoría, entre «Baloma» y Los Argonautas”, Fernando Alberto Balbi discute la habitual atribución al autor polaco de la idea de que la autoridad del etnógrafo se funda en su experiencia en el campo, que rastrea hasta la antropología interpretativista norteamericana. El autor argumenta que, en cambio, Malinowski entendía la autoridad del etnógrafo como fundada en el hecho de haber desarrollado, en el campo mismo, una serie de procedimientos propiamente científicos. Balbi muestra cómo esta concepción aparece en las páginas de Los Argonautas... y, de manera más explícita, en las de “Baloma”, la primera etnografía relativamente extensa de Malinowski. Como resultado de esa exploración, concluye que Malinowski entendía a la etnografía como una labor que era teórica en sus fundamentos, orientación y resultados, punto que ilustra haciendo referencia a la dimensión económica de su etnografía sobre el kula.

A continuación, tres capítulos se entrelazan en su abordaje de diversos aportes analíticos —a la vez teóricos y metodológicos— de Malinowski que sus autores entienden como relevantes para la antropología actual, y que tienen como hilo conductor al tema de la magia.

En “Construyendo una canoa con Malinowski en Boyowa. Cuestiones técnicas y algo de magia”, Rolando Silla se centra en el análisis de la descripción etnográfica —un clásico en sí mismo— que el autor dedica a la construcción de una canoa, en la cual oscila entre mostrar factores técnicos y mágicos. De acuerdo con Silla, delinear cómo se construye una canoa en un lugar particular como las islas Trobriand es, también, describir cómo se organiza el trabajo en una sociedad no capitalista. De este modo, para Silla, el autor polaco genera una enriquecedora reflexión sobre las diferentes maneras de organizar el trabajo colectivo.

Por su parte, Silvina Smietniansky aborda el tratamiento malinowskiano del lenguaje, uno de cuyos locus fundamentales fue, precisamente, el análisis etnográfico de la magia. Así, en “Lenguaje, magia y ritual. Un diálogo entre Bronislaw Malinowski y Stanley Tambiah a través de los materiales trobriandeses”, Smietniansky recorre dos escritos de Malinowski, Los Argonautas... y “El problema del significado en las lenguas primitivas”, a fin de examinar algunos aspectos teóricos y metodológicos relativos al concepto de “contexto de situación” y a la noción del lenguaje como un modo de acción. Finalmente, la autora destaca una elaboración más acabada de estas ideas de Malinowski en su etnografía posterior Coral gardens and their magic, publicada en 1935,[6] y rastrea su proyección en la teoría de los rituales como actos performativos desarrollada por Stanley Tambiah.

Cerrando esta suerte de trilogía, el tema de la magia reaparece en el capítulo de Sergio Visacovsky, “Los argonautas del Pacífico Occidental de Bronislaw Malinowski y su contribución al estudio antropológico del manejo de la incertidumbre en la vida cotidiana”. El autor analiza lo que considera como uno de los primeros pasos (tal vez el primero) dados por un antropólogo para estudiar el modo en que las poblaciones humanas enfrentan o sobrellevan la incertidumbre. Visacovsky destaca especialmente el papel de los ritos mágicos en las Trobriand, que, según Malinowski, constituyen un modo de mitigar o sobrellevar las consecuencias psicológicas de los riesgos a enfrentar. Observa que, como señalaran algunos autores, la originalidad de Malinowski radicó en preguntarse por qué las personas llevarían a cabo acciones mágicas en apariencia irracionales en estrecha relación con determinadas acciones racionales y técnicas, como cultivar la tierra, construir canoas o navegar en el mar. Como muestra Visacovsky, la respuesta de Malinowski a esta pregunta consistió en sugerir que, dado que los habitantes de las Trobriand se enfrentaban a una incertidumbre disruptiva que atravesaba todas sus actividades de orden técnico, los ritos mágicos hacían posible alcanzar un resultado de orden práctico que, de otro modo, sería inaccesible.

El siguiente capítulo vuelve sobre la dimensión metodológica de Los Argonautas..., poniendo el foco en la escritura, al tiempo que examina una de sus ‘relecturas distantes’. En “De la observación participante a la polifonía domesticada”, Armando Moreno Sandoval toma como referencia la narrativa etnográfica que se asienta a partir de la emergencia de Malinowski hacia la tercera década del siglo XX para centrarse en la crítica a la autoridad etnográfica que fue debatida en las últimas décadas del mismo siglo. El autor muestra cómo el texto etnográfico que surge del trabajo de campo se ha venido revitalizando y reinventando a partir de propuestas desarrolladas por antropólogos como Dennis Tedlock, James Clifford y otros, que impulsan una construcción del texto etnográfico más dialógica y menos basada en el observador. Moreno Sandoval discurre, en particular, sobre la propuesta narrativa que ha dado en llamarse ‘antropología dialógica’, al tiempo que reconoce en Los Argonautas... y en Coral gardens... rastros que permiten entrever ciertas posibilidades que estaban presentes embrionariamente en el modelo malinowskiano.

“Vigencia de Los Argonautas del Pacífico Occidental: teoría y metodología etnográfica en el estudio del sistema de intercambio kula”, de Camilo Sempio Durán —el único capítulo que no fue presentado previamente en la jornada desarrollada por el CAS-IDES— examina un aspecto central del libro de Malinowski: sus teorizaciones sobre la economía. El autor indaga el modelo teórico y etnográfico empleado por Malinowski en el análisis del sistema de intercambio kula, y se detiene sobre las similitudes y variaciones al respecto que ofrece el estudio del sistema de mercados en los Valles Centrales de Oaxaca, México, que el etnógrafo polaco desarrolló hacia el final de su vida junto con Julio de la Fuente (ver Malinowski y de la Fuente, 2001). Sempio Durán muestra la utilidad del modelo malinowskiano para interpretar el sistema de reciprocidad festiva de las comunidades mixtecas oaxaqueñas conocido como gueza, haciendo uso de yuxtaposiciones etnográficas, teórico-conceptuales y epistemológicas. Con este entrecruzamiento, el autor pretende mostrar la vigencia de la obra de Malinowski y su utilidad para pensar, en específico, las prácticas contemporáneas de reciprocidad mixteca.

Los últimos tres capítulos de este volumen recuperan aportes de Malinowski en función de diversas agendas de investigación contemporáneas y, en particular, con la tradición de investigación etnográfica relacionada con el CAS-IDES.

En “Estudiando la vida social en la escuela: el legado de Malinowski en la Antropología de la Educación”, Diana Milstein y Regina Da Silva recuperan los conceptos malinowskianos de ‘contexto cultural’ y ‘contexto de situación’, vinculados especialmente al intento de entender el significado en las lenguas nativas, en el entendimiento de que el lenguaje era un vehículo del pensamiento nativo cuyo análisis haría posible penetrar en su forma de pensar. Poniendo el foco en el ámbito educativo, las autoras muestran que ese legado es fecundo para estudiar fenómenos sociales amplios en contextos contemporáneos. 

Por su parte, Luana Ferroni dedica las páginas de “Miradas especulares entre el trabajo de campo malinowskiano y la pesca de cangrejos de neurobiólogos: sobre las marcas de tradiciones de investigación argentinas” a reflexionar sobre el quehacer etnográfico en relación con la investigación en contextos académicos contemporáneos. Aquí, la actualidad de la obra de Malinowski se revela en la descripción del modo en que Ferroni se apropió de algunos de sus principales postulados en el curso de su etnografía dedicada a un laboratorio de neurobiología de la Universidad de Buenos Aires.

Por último, en “El método vivido, esa situada manera de conocer”, Noelia López narra cómo aprendió qué implica hacer etnografía en el curso de su formación como antropóloga social, centrándose en lo que considera como una experiencia análoga al trabajo de campo malinowskiano: su tránsito como estudiante de la Maestría en Antropología Social que gestionan conjuntamente el IDES y la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (EIDAES-UNSaM). De este modo, la autora conecta esa obra ya centenaria que es Los Argonautas... con una forma contemporánea de hacer investigación social.

En su conjunto, los capítulos de este libro ofrecen una variedad de aproximaciones a Los Argonautas... y, más ampliamente, al trabajo de Malinowski, que comprenden desde su contexto de producción y de primera recepción hasta algunas de sus lecturas distantes, y que incluyen sus dimensiones metodológica y teórica. En los capítulos que siguen, las ideas y las prácticas de investigación de Malinowski, lo mismo que las páginas de su primera y más celebrada etnografía, son contextualizadas, examinadas críticamente y, también, apropiadas desde Argentina, México, Colombia y Brasil por antropólogos de diversas generaciones. El objetivo de este libro, entonces, no es sólo el de conmemorar los cien años de un acontecimiento significativo para la antropología social, sino también el de propiciar el debate sobre la influencia de Los Argonautas... y de su autor en la historia de nuestra disciplina, y sobre su actualidad, teniendo en cuenta las profundas y constantes transformaciones del mundo contemporáneo.



Notas

[1] Luego de la publicación de Los Argonautas, Malinowski fue invitado por los lingüistas C. K. Ogden e I. A. Richards a escribir un texto para su libro El significado del significado (ver Malinowski, 1984). En términos generales, Malinowski es visto como un precursor de la lingüística pragmática.

[2] El físico y filósofo austríaco Ernst Mach (1838-1916) desarrolló una filosofía positivista, empirista y antimetafísica que influyó profundamente en el joven Malinowski.

[3] Las traducciones de textos publicados en lenguas extranjeras nos pertenecen.

[4] Guber presentó una ponencia que llevaba el sugestivo título de “Malinowski en el Cono Sur. Del entierro del funcionalismo al estallido de la etnografía”.

[5] Kuper también observa que en 1922 salieron a la luz tres clásicos de la antropología social: Los Argonautas, Andaman Islanders, de Radcliffe-Brown, y la edición abreviada de La Rama Dorada, de Frazer. 

[6] El primero de los dos tomos dedicados por Malinowski a la agricultura trobriandesa y su magia, publicados originalmente bajo el título Coral gardens and their magic (“Los jardines de coral y su magia”), se encuentra publicado en español como El cultivo de la tierra y los ritos agrícolas en las islas Trobriand (Malinowski, 1977); el segundo tomo, dedicado al análisis del lenguaje de la magia agrícola, permanece inédito en nuestro idioma.


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Un viaje de cien años. Perspectivas latinoamericanas sobre Los Argonautas del Pacífico Occidental de Bronislaw Malinowski se encuentra a la venta en formato electrónico en la web de Editorial Antropofagia.

Reproducido con el permiso de los editores. 

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jueves, 27 de julio de 2023

27 DE JULIO: DÍA DEL ANTROPÓLOGO Y LA ANTROPOLOGA DE LA ARGENTINA


27 de julio: Día del Antropólogo y la Antropóloga de la Argentina


Los antropólogos Ana Rosato, Mauricio Boivin, Fernando Balbi (primeros tres a la izquierda) y Claudia
Guebel (a la derecha), junto a dos pobladores de la ciudad de Victoria, Entre Ríos, a comienzos de los años '90. 

Hoy, en el aniversario de la fundación de nuestro Colegio de Graduados, los antropólogos de la Argentina festejamos nuestro día. (Para ser más exactos, los festejos comenzaron ayer, porque los colegas de Universidad Nacional de La Plata, que es la más antigua de nuestras carreras, lo celebran el 26, conmemorando la graduación de su primer egresado). Desde Potlach - Antropología y política le enviamos un abrazo fraterno a todos los y las colegas, y hacemos votos por una antropología que sea a la vez rigurosa, comprometida y crítica: una antropología, esto es, que pueda escapar del academicismo escolástico y de las estrecheces que imponen los mecanismos de acreditación y evaluación sin dejarse atrapar por las correcciones políticas que hoy tallan tan fuerte, que no confunda el respeto por las perspectivas de los sujetos con el seguidismo acrítico, que tome conciencia de los condicionamientos que resultan de su carácter casi exclusivamente estatal, que se recuerde y se quiera ciencia, y no se rinda a las tentaciones de la filosofía de clase B y de la sumisión del análisis empírico a agendas políticas preconcebidas.


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lunes, 17 de julio de 2023

'POTLACH - ANTROPOLOGÍA Y POLÍTICA' YA TIENE SU ISSN: 2953-5891

 POTLACH - Antropología y política ya tiene su ISSN: 2953-5891


Fotografía: Edward S. Curtis, Kwakwaka'wakw potlatch, British Columbia
(1900). Fuente: The North American Indian, de Edward S. Curtis. 
(Esta
imagen fue publicada entre 1907 y 1930 y, según la Biblioteca del Congreso
de los EEUU, es de dominio público).



Les contamos, con no poca alegría, que POTLACH - Antropología y política ya tiene su ISSN, es decir, su Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas. 

¿Qué es esto? Nada complicado: el ISSN es un código que permite identificar de manera unívoca a las publicaciones seriadas y otros recursos continuos (como este blog, por ejemplo), editados en cualquier soporte, ya sea impreso o digital. Por ser unívoco, el ISSN facilita la vinculación de archivos, la recuperación y la transmisión de datos, de modo tal que representa una herramienta fundamental para la gestión eficaz del suministro de documentos. 

Dicho en criollo: desde ahora, todas las notas publicadas en POTLACH - Antropología y política pueden ser referenciadas a este medio, lo que facilitará las citas bibliográficas y permitirá (junto con la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional que utilizamos) su reproducción en otros sitios web y, eventualmente, su distribución en forma impresa. De esta manera, esperamos avanzar en nuestra intención de hacer de éste un espacio eficaz para la divulgación de conocimientos antropológicos sobre la política en general y la argentina en particular, así como sobre la teoría antropológica, los procedimientos analíticos de nuestra disciplina, sus hacedores y sus textos fundamentales.


Los Editores


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