CITAS SELECTAS EN ANTROPOLOGÍA
Eduardo Viveiros de Castro y la depreciación del
‘radicalismo político’ en la antropología contemporánea
El pensador. Fotografía de Claude Lévi-Strauss, 1938 (Dominio público; fuente: https://journals.openedition.org/jsa/docannexe/image/10555/img-12.jpg) |
«(...) ¿qué les debe
conceptualmente la antropología a los pueblos que estudia? Las implicaciones de
esa pregunta sin duda se percibirán con más claridad si abordamos el problema
por la otra punta. ¿Las diferencias y las mutaciones internas de la teoría
antropológica se explican principalmente (y desde el punto de vista
histórico-crítico exclusivamente) por las estructuras y las coyunturas de las
formaciones sociales, de los debates ideológicos, de los campos intelectuales y
de los contextos académicos de los que surgieron los investigadores? ¿Es ésa la
única hipótesis pertinente? ¿No sería posible proceder a un desplazamiento de
la perspectiva que muestre que los más interesantes entre los conceptos, los
problemas, las entidades y los agentes introducidos por las teorías
antropológicas tienen su origen en la capacidad imaginativa de las sociedades
(o los pueblos, o los colectivos) que se proponen explicar? ¿No será allí donde
reside la originalidad de la antropología, en esa alianza, siempre equívoca,
pero con frecuencia fecunda, entre las concepciones y las prácticas
provenientes de los mundos del "sujeto" y del "objeto"?
La pregunta (...) es
entonces epistemológica, es decir, política. Si todos estamos más o menos de
acuerdo en decir que la antropología, a pesar de que el colonialismo constituye
uno de sus a priori históricos, hoy parece estar en vías de cerrar su ciclo
kármico, entonces es preciso aceptar que es hora de radicalizar el proceso de
reconstitución de la disciplina llevándolo hasta su fin. La antropología está
lista para aceptar íntegramente su nueva misión, la de ser la teoría práctica
de la descolonización permanente del pensamiento.
Pero es posible que
no estemos todos de acuerdo. Hay quienes todavía creen que la antropología es
el espejo de la sociedad. No, ciertamente, el de las sociedades que dice
estudiar ―ya no somos tan ingenuos (aunque...)―, sino de aquellas en cuyas
entrañas fue engendrado su proyecto intelectual Es conocida la popularidad de
que goza, en ciertos círculos, la tesis según la cual la antropología exotista
y primitivista de nacimiento, no puede ser otra cosa que un teatro perverso en
el que el "otro" siempre es "representado" o
"inventado" de acuerdo con los sórdidos intereses de Occidente.
(...)
Por el contrario, una
verdadera antropología "nos devuelve de nosotros mismos una imagen en la
que no nos reconocemos" (Maniglier, 2005b: 773-774), pues lo que toda
experiencia de otra cultura nos ofrece es una oportunidad de realizar una
experimentación sobre nuestra, propia cultura; mucho más que una variación imaginaria,
una puesta en variación de nuestra imaginación. Es preciso extraer todas las
consecuencias de la idea de que las sociedades y las culturas que constituyen
el objeto de la investigación antropológica influyen, o para decirlo claramente
coproducen, las teorías sobre la sociedad y la cultura formuladas a partir de
esas investigaciones. Negar eso es aceptar un constructivismo de sentido único
(...).
La posición que se sostiene aquí, por el
contrario, afirma que la antropología debe permanecer al aire libre; que debe
continuar siendo un arte de las distancias, y mantenerse alejada de los
recovecos irónicos del alma occidental (si el Occidente es una abstracción, su
alma definitivamente no lo es); que debe ser fiel al proyecto de
exteriorización de la razón que siempre la ha empujado, en forma insistente
―con demasiada frecuencia muy a su pesar― a salir del ambiente sofocante del
Mismo. La viabilidad de una auténtica endo-antropología ―aspiración que hoy,
por múltiples razones, se encuentra en el orden del día de la agenda
disciplinaria― depende así, en forma crucial, de la ventilación teórica
favorecida desde siempre por la exo-antropología, ciencia "de campo"
en el sentido verdaderamente importante.»
No podemos menos que simpatizar con las ironías de Viveiros
sobre los constructivismos posmodernos y las variantes más empobrecidas de la
antropología decolonial (que se entienden mejor leyendo el texto completo). Sin
embargo, pensamos que la propuesta de Viveiros ―que hoy se encuentra tan de
moda― es tan preocupante como la ‘manía’ autorreferencial y la reducción de los
problemas analíticos, políticos y éticos de la disciplina a la escritura y la
retórica que se extendieron tanto entre fines de los setenta y los noventa. Es
más: la supuesta “radicalización del proceso de reconstitución de la
disciplina” que propone el autor no es menos autorreferencial que aquellos
devaneos posmodernos: en efecto, si la gran pregunta “política” que cabe que
nos hagamos los antropólogos es la referida al lugar “donde reside la
originalidad de la antropología”, entonces quiere decir que nuestras
preocupaciones políticas no tienen realmente otro fin que el de determinar o
reconfigurar el estatus de nuestra propia disciplina. No en vano, como escribe
más adelante Viveiros (p. 23), “se trata de restablecer cierta conexión entre
la antropología y la filosofía”, cosa que se lograría mediante el recurso
señalado en uno de los pasajes de nuestra cita: que la antropología se mantenga
“fiel al proyecto de exteriorización de la razón que siempre la ha empujado”
para poder realizar una “auto-antropología”, una “experimentación sobre
nuestra, propia cultura” a través de la “exo-antropología”, del desarrollo de
investigaciones de campo entre otras sociedades o poblaciones (que, en el
trabajo del propio Viveiros, son las amazónicas).
Entonces, en una nueva versión del ‘programa’ de la antropología clásica (es decir, de los intentos desarrollados por nuestros colegas de la primera mitad del siglo pasado para establecer el lugar de nuestra disciplina en el marco de la división del trabajo académico), de lo que se trata es de conocernos a nosotros mismos a través del trabajo con los ‘otros’, aunque ahora ‘reconociendo’ que nuestra productividad deviene de la “imaginación creativa” de esos otros. Nos preguntamos: ¿puede sostenerse seriamente que estas son la pregunta y la respuesta ‘políticas’ que necesitamos plantearnos como disciplina? y, en especial, ¿cómo puede esto ser dicho desde el lugar de enunciación de un antropólogo que trabaja con pueblos ‘otros’ que, al estar insertos en el capitalismo y en Estados-nación, se encuentran sistemáticamente despojados, explotados, privados del efectivo ejercicio de sus derechos y, en particular, sometidos a flagrantes violaciones de sus derechos humanos?
La respuesta a estas dudas, pensamos, seguramente remite a algo que Viveiros ejerce con entusiasmo pero difícilmente aborda de manera explícita: un profundo academicismo, una muy acabada y francamente acrítica inserción en los ámbitos institucionales hegemónicos de las academias centrales de nuestra disciplina. Se trata, precisamente, de un espacio donde predomina una tendencia general (que asume formas variadas) hacia la reinvención de la antropología como una ciencia decididamente centrada en el trabajo etnográfico con pueblos ‘no occidentales’, a su tratamiento en términos fuertemente particularistas (ya sea bajo formas culturalistas u ‘ontológicas’) y a la pretensión de que la antropología debe relacionarse estrechamente con la filosofía, tornarse en una forma de esta o, incluso, constituirse en un camino para su superación. Esta tendencia, creemos, no es sino una reacción defensiva de las academias centrales (y sus asociados periféricos), un retroceso más o menos consciente hacia formas de producción, estilos discursivos y aparatos conceptuales lo bastante esotéricos y alejados del barro del mundo ‘real’ como para poder sostener un espacio profesional propio, libre de la incómoda ‘competencia’ con todas las demás disciplinas que desde mediados del siglo pasado han invadido el terreno que antaño los antropólogos supieron reclamar como propio.
Notas
[1] Disponible en: https://ia800308.us.archive.org/10/items/orejainculta-antropologia-sonora/Viveiros-de-Castro-Metafisicas-canibales-pdf.pdf
[2] BESSIRE, L. and BOND, D. (2014): “Ontological
anthropology and the deferral of critique.” American Ethnologist, 41:
440-456. Disponible en: https://doi.org/10.1111/amet.12083
[3] MORAES, Alez Martins, y MESOMO, Juliana Feronatto (2017): “Política e (in)disciplina. ¿Por qué Viveiros
de Castro nos conmueve?”. Tabula Rasa, 27: 483-497. Disponible en: https://doi.org/10.25058/20112742.461
Publicado originalmente en la página de Facebook ‘Antropología: social’, el 09/08/2017.
Publicado bajo una
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0Internacional.
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