Una foto, un antropólogo, una historia.
Hoy, Jack Goody
Fernando Alberto Balbi (FFyL-UBA / CONICET)
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(Dominio público; fuente: http://palavrasparaoesquecimento.blogspot.com/2009/03/entrevista-jack-goody.html) |
Inauguramos nuestra sección “UN ANTROPÓLOGO, UNA FOTO, UNA HISTORIA”, con esta imagen de JACK GOODY, tomada cuando
estaba confinado en la barraca VII A de un campo de prisioneros alemán durante
la Segunda Guerra Mundial.
John Rankine Goody nació en 1919 y falleció en 2015. Estudió literatura en Cambridge, donde se hizo amigo de Eric Hobsbawm para toda la vida. Inicialmente atraído por el pacifismo de Gandhi, la Guerra Civil Española lo convenció de que “la no-violencia no se adaptaba a las circunstancias”. Después de esto fue miembro del Partido Comunista, pero devolvió su carnet de afiliación tras el pacto germano-soviético y la invasión de Finlandia.
Reclutado para combatir en la Segunda Guerra, pasó cerca de un año en Chipre; allí comenzó a interesarse por la etnografía al tomar contacto con la vida de los campesinos locales y observar las semejanzas entre su tecnología y la que se encontraba expuesta en el Museo Arqueológico de Nicosia. En junio de 1942 fue capturado durante la famosa batalla de Tobruk (Libia), retenido temporalmente en jaulas de alambre de púas y, luego, enviado a un campo de prisioneros para suboficiales en Pescara, Italia. Allí compartió el confinamiento con prisioneros británicos, indios, sudafricanos y americanos, con el –a la larga– feliz resultado de que la convivencia entre personas de diversas nacionalidades profundizó su interés por las variaciones entre las costumbres humanas. Los internos del campo organizaban una serie de actividades culturales, incluyendo cursos: Goody dictó clases de literatura moderna y cursó italiano y psicología.
En septiembre de 1943, Goody se fugó saltando de un tren en marcha durante un traslado a un campo alemán. Tras unas semanas en la clandestinidad, fue recapturado, pero volvió a escapar. Por un tiempo, vivió clandestinamente en Roma con cierta comodidad gracias a una red de ayuda a prisioneros de guerra fugitivos, hasta que fue capturado nuevamente en marzo de 1944 y conducido al campo para soldados rasos –fundamentalmente rusos– de Moosburg, cerca de Munich, desde donde fue trasladado a un campo para oficiales. En este campo –cuyos internos eran mayoritariamente británicos y canadienses capturados en Dunquerque al comienzo de la guerra– había una biblioteca bien provista, lo que brindó a Goody la oportunidad de leer La rama dorada de Sir James George Frazer, libro que estimuló profundamente su interés por la antropología. Cerca del fin de la guerra, el campo cayó en manos de tropas norteamericanas que retuvieron a los prisioneros y los trasladaron a un campo en Tréveris. Finalmente, fueron transportados, ya en libertad, hacia Luxemburgo. Sin embargo, a su llegada a Londres, Goody y sus compañeros todavía fueron interrogados por investigadores del Tavistock Institute of Human Relations, que estaba a cargo de la reinserción de los prisioneros de guerra.
Meses más tarde, Goody completó sus estudios literarios e ingresó a la facultad de arqueología y antropología de Cambridge, donde se formó en la profesión bajo la influencia decisiva de Meyer Fortes y comenzó a desarrollar una mirada propia que también revela las influencias de Evans-Pritchard y de Vere Gordon Childe.
En sus comienzos, Goody fue un
africanista, y sus experiencias etnográficas en Ghana fueron la base de todo su
trabajo posterior. Por otro lado, ese trabajo excedió largamente a la
antropología del África subsahariana, porque Goody fue uno de los últimos
antropólogos comparativistas –en el sentido clásico de esta
expresión–, partiendo de sus materiales ghaneses para abordar temas de muy vasto
alcance como las relaciones entre las formas de organización de las relaciones
de parentesco y las de herencia, las diferencias entre las formas de producción
y transmisión del conocimiento existentes entre condiciones de plena oralidad,
de alfabetización y de alfabetización restringida, y las conexiones de este
tema con las variaciones en las modalidades de organización social, entre
otros. Sus comparaciones, que se basaban en el análisis de pequeñas ‘grillas’
de variables interrelacionadas de maneras dinámicas, fueron la base de aportes
clave al desarrollo de los debates sobre temas como el desarrollo histórico de
las formas de organización familiar del Occidente ‘moderno’, el desarrollo de
los ‘Estados’ antiguos, y las relaciones entre tecnologías del conocimiento,
formas de representación y modalidades de organización social. No exentas de
cierto aire ‘evolucionista’ (que remite, sin lugar a dudas, a la perdurable influencia
de Gordon Childe), esas comparaciones tuvieron los méritos de ser sistemáticas,
estar claramente controladas y no perderse en la neblina fantasiosa de las
pretensiones relativistas que aquejan a los culturalismos y constructivismos
contemporáneos, a diferencia de las comparaciones asistemáticas, impresionistas
y abiertamente arbitrarias promovidas en las últimas décadas por ciertos
autores que están bastante de moda.
Una versión previa de este texto fue publicada en la página de Facebook ‘Antropología: social’ el 07/08/2017.
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