lunes, 15 de mayo de 2023

Traducciones: "SISTEMAS DE CONSANGUINIDAD Y AFINIDAD DE LA FAMILIA HUMANA", de L. H. MORGAN (Segunda de tres partes)

 No caben dudas de que pocos autores han tenido una influencia tan decisiva en el desarrollo de la antropología sociocultural como LEWIS HENRY MORGAN. Por un lado, puede decirse que toda la antropología cultural norteamericana se desarrolló en función del rechazo boasiano de la versión del evolucionismo elaborada por Morgan. Por otro —y esto nos parece lo más importante—, su ‘descubrimiento’ de la terminología de parentesco clasificatoria de los iroqueses, que primero creyó exclusiva de ese pueblo y luego comprobó que era una versión de un tipo de terminología presente entre todos los pueblos nativos de Norteamérica, y su intento de desarrollar una amplia visión comparativa de los sistemas de parentesco —concretado en el libro Systems of consanguinity and affinity of the human family, que publicó en 1871— supusieron la instalación de éste como el primer ‘gran tema’ de nuestra disciplina, lugar del que no sería desplazado hasta más de un siglo más tarde, con la irrupción del relativismo radical de David Schneider.

A pesar de la centralidad del autor y de su libro, Systems... no ha sido traducido al castellano, hecho que dificulta la adecuada enseñanza de los abordajes antropológicos del parentesco. Atendiendo a este déficit, Potlach – Antropología y política publica, en tres entradas separadas, el Prefacio y los dos primeros capítulos de la Primera Parte de Systems..., en traducción de la colega Julieta Gaztañaga. A continuación, les ofrecemos la segunda entrega de esta serie.

 

Portada de la primera edición de Systems of consanguinity and affinity of the human family, 1871.
(Dominio público; fuente: openlibrary.org). 

TRADUCCIONES

(Segunda de tres partes)

Sistemas de consanguinidad y afinidad de la familia humana[1]


(Prefacio, Capítulos I y II de la Primera Parte)


Primera Parte

Sistema de relaciones descriptivo. Familias Aria, Semítica y Uraniana.


Capítulo I: Introducción


Lewis Henry Morgan

Traducción: Julieta Gaztañaga

(FFyL y FSoc-UBA / CONICET)


Allá por el año 1846 mientras recolectaba materiales ilustrativos de las instituciones de los iroqueses, encontré entre ellos, en el uso diario para la designación y para la clasificación de la parentela, un sistema de parentesco único y extraordinario en su carácter, y enteramente disímil respecto de los que nos son familiares. En el año 1851,[2] publiqué un breve informe de este singular sistema, que supuse que era una invención propia de ellos, y lo tomé como algo  remarcable principalmente por su novedad. Luego, en 1857,[3] tuve la ocasión de reexaminar el tema, cuando la idea de su posible prevalencia entre otras naciones indígenas, junto con sus usos, era sugerida  en ese todo caso para propósitos etnológicos. Al verano siguiente, mientras estaba en la costa sur del lago Superior, di con el sistema de los indios Ojibwas,  y aunque estaba preparado en alguna medida para el resultado, tuvo algún grado de sorpresa puesto que encontré entre ellos el mismo elaborado y complicado sistema que existía entre los iroqueses. Cada término de parentesco era radicalmente diferente del correspondiente término entre los iroqueses, pero la clasificación  de la parentela era la misma. Se ponía de manifiesto que los dos sistemas eran idénticos en sus características fundamentales. Parecía probable, también, que ambos fuesen derivados de una fuente común, en tanto no podía suponerse que dos pueblos hablando dialectos de una variedad de lenguajes tan separados como los algonquinos y los iroqueses pudieran simultáneamente haber inventados el mismo sistema, o derivarlo por difusión uno del otro.

Desde este hecho de identidad, varias inferencias fueron sugeridas. La prevalencia del sistema entre los séneca-iroqueses mostraba probable su prevalencia entre otras naciones que hablaban dialectos de la variedad del iroqués, entonces su existencia y uso entre los ojibwas otorgaba igual probabilidad a su existencia y usos entre las restantes naciones que hablan dialectos de la lengua algonquina. Si las investigaciones establecieran afirmativamente estas proposiciones el sistema tendría una gran distribución. En segundo lugar, su prevalencia entre estas naciones haría probable su misma prevalencia entre el resto de los aborígenes americanos. Si, entonces, se encontrase que es universal entre ellos, se seguiría que el sistema es contemporáneo al comienzo de su dispersión por el continente americano; y también que como sistema transmitido con la sangre, podría contener la evidencia necesaria para establecer la unidad de su origen. Y en tercer lugar, si la familia India viene, de hecho, de Asia, parecería que deberían  haber traído el sistema con ellos desde ese continente, y lo dejaron atrás entre los pueblos de quienes se separaron; más allá de esto, la perpetuación en este continente haría probable su misma perpetuación en el continente asiático, donde debería aún hoy encontrarse; y finalmente, sería posible suministrar alguna evidencia sobre las cuestión del origen asiático de la familia India.

Estas series de presunciones e inferencias fueron naturalmente sugeridas por el descubrimiento del mismo sistema de consanguinidad y afinidad en naciones que hablan dialectos de dos variedades de lenguajes. No se trataba de una serie de especulaciones extravagantes a partir de los fundamentos dados, tal como será comprendido de manera más completa cuando se examinen y comparen los sistemas séneca y ojibwa. En esta simple y obvia línea de pensamiento, determiné seguir el tema hasta resolver si el sistema era universal entre los aborígenes americanos; y debía volverse razonablemente probable que tal fuese el hecho, para proseguir entonces la investigación en el continente oriental y entre las islas del Pacífico.

El trabajo se inició preparando una lista de preguntas que, describiendo a las personas linealmente y a las principales personas comprendidas en las primeras cinco líneas colaterales, al ser respondidas darían su parentesco con ego, para luego desplegar en detalle el sistema de consanguinidad y afinidad de alguna nación con plenitud y particularidad.  Este protocolo, con una carta explicatoria, fue enviada en forma de una circular impresa a varias misiones indígenas en los Estados Unidos, a los comandantes de varios puestos militares en el país indígena y a los agentes de gobierno indígenas. Se esperaba procurar la información por correspondencia como la herramienta principal. En función de la complicada naturaleza del tema, los resultados, algo tal vez podría haberse previsto, fueron insignificantes. Esta primer decepción fue más bien una ocurrencia afortunada, ya que me forzó a optar entre abandonar la investigación o proseguirla a través de la investigación personal tan lejos como las naciones indias concernían. Esto resultó en varias exploraciones entre las naciones indias, los frutos de las cuales se encuentran en la Tabla II, adjuntada en la parte II. Según ésta, todas las naciones entre el Atlántico y las montañas rocosas, y entre el mar Ártico y el Golfo de México, con sólo unas pocas excepciones, fueron alcanzadas directamente y sus sistemas de relaciones procurados. Algunas de las listas, sin embargo, fueron obtenidas por correspondencia.

Habiendo descubierto tan tempranamente como ser en el año 1859 que el sistema prevalecía en las cinco principales variedades lingüísticas indígenas, como en varios de sus dialectos, el hecho de que se había difundido de manera universal a través de la familia india se volvió extremadamente probable. Esto me llevó a la segunda etapa de investigación, es decir, a encontrar si prevalecía en otras partes del mundo. Determinar esta cuestión requería de una extensa correspondencia extranjera, que no podía esperar mantener exitosamente de manera individual. Realizar un intento efectivo requería la intervención del gobierno nacional, o la cooperación de alguna institución literaria o científica.  Este es un de los rasgos  felices de la sociedad americana, que cualquier ciudadano puede pedir asistencia a su gobierno o de alguna institución literaria o científica  en el país con total libertad y con plena conciencia de que sus deseos serán cuidadosamente atendidos si merecen el aliento. Esto despejo lo que en otra ocasión habría sido un gran obstáculo. Con este espíritu interese al Profesor Joseph Henry, secretario del Instituto Smithoniano, para el uso del nombre a futuro en los países extranjeros en la vía de la correspondencia, y además pedirle que procurara una carta de la Secretaría de Estado de los EE UU a nuestro representante consular y diplomático en el extranjero, encomendando una atención favorable. Con ambos de estos requerimientos el Profesor Henry cumplió de la más cordial manera.  Desde enero de 1860 la mayor parte de la correspondencia corría bajo en nombre oficial de la Institución o bajo la Secretaría de Estado. Gracias a esto, un inusual grado de atención fue asegurado para el trabajo en países extranjeros,  el crédito se lo atribuyo a la influencia del Instituto Smithsoniano y a la circular oficial  de General Cass, luego de la Secretaría de Estado. Además, ya había previamente solicitado y obtenido la cooperación de las secretarías de varias juntas misioneras americanas, que me permitieron llegar en condiciones igualmente favorables a un gran número  de misioneros americanos en Asia y Africa y en las islas del Pacífico.

De la distinguida Misión americana,  Dr Henry W Scudder, de Arcot, India, quien pasó a estar en este país en 1859, obtuve alguna evidencia de la existencia del sistema americano-indio de parentesco entre el pueblo Tamil de la India del Sur. Este descubrimiento ensanchó el rango de objetivos de investigación. Se volvió necesario encontrar los límites que prevalecían en los sistemas de las familias aria y semítica, para descubrir la línea demarcatoria entre sus formas y las del este asiático. La circunscripción de uno fue necesaria para la del otro. Además, también parecía imperativo incluir toda la familia humana con el alcance de la investigación, y resolver este plan comprensivo de la manera más completa como fuera posible. Era evidente que todo lo que significaba la identidad de los sistemas en India y América se perdería a menos que este conocimiento fuese definido en lo concerniente a las relaciones entre el sistema de relaciones indo-americano y aquellos de las naciones occidentales de Europa y Asia, y las de Africa y Polinesia. Esta aparente necesidad incrementó mucho la magnitud de la empresa y al mismo tiempo llenó el tema con una masa de materiales secundarios.

Prosiguiendo con la empresa, el mismo protocolo y  circular fueron enviados a las principales misiones de la cada una de las juntas americanas, con un requerimiento de que la primera debía ser completada de acuerdo al diseño del sistema de relaciones del pueblo con quienes estuviesen respectivamente establecidos, y las explicaciones deberían darse tanto como fuesen necesarias para su interpretación. Esta clase de hombres poseen peculiares calificaciones para las investigaciones lingüísticas y etnológicas y aún más, ellos residen entre la naciones cuyos sistemas de consanguinidad son relativamente de los más importantes para los propósitos mencionados. Las tablas mostrarán cuán admirablemente hicieron la tarea.

El protocolo y la circular también fueron enviadas a los representantes diplomáticos y consulados de los EEUU en el exterior a través de quienes  y en gran medida se alcanzó otra porción de la familia humana. Con su material, principalmente, fue procurado el sistema de la familia aria. Sin embargo encontré una seria dificultad en dirección a una diferencia de lenguaje que los agentes oficiales del gobierno no estuvieron capacitados para superar, en varios casos. En Europa y Asia el número de listas obtenidas a través de ellos, completadas, fue aún mayor de lo que había esperado; mientras que en Africa, en Sudamérica y en México y Centroamérica el fracaso estuvo cerca.

Para suplir estas deficiencias se hizo un intento por alcanzar las misiones inglesas en el archipiélago oriental y la Polinesia, y también la América española a través de los obispos católicos y el clero de esos países, pero los esfuerzos no fueron exitosos.

Las anteriores eran las principales, aunque no las únicas fuentes de las cuales derivan los materiales contenidos en las Tablas.

A su regreso, se encontró que un gran número de listas fueron completadas de manera imperfecta. La mala comprensión de la naturaleza y el objetivo de la investigación fue la principal causa. La forma de error más usual fue la traducción de cuestiones al lenguaje nativo que simplemente reproducían las preguntas dejándolas sin resolver. Una persona inexperta con los detalles de su propio sistema de parentesco se confundiría por la forma de cada pregunta en describir una persona, y no percibiría que la respuesta verdadera debería dar la relación sustancial de la persona con ego. Como nuestro propio sistema es sustancialmente descriptivo, una respuesta correcta a la mayoría de las preguntas describiría a una persona mucho más en la propia forma de la pregunta, esto si el sistema de la nación fuese descriptivo. Pero, contrariamente, si fuese clasificatorio tales respuestas no serían solo incorrectas sino que errarían en mostrar el verdadero sistema. El mayor cuidado fue puesto en cuidarse de la mala comprensión  pero sin embargo el sistema de varias naciones importantes, procurado así imperfectamente, fue inutilizable por la dificultad, sin decir imposibilidad, de repetir el ensayo en remotas partes del mundo donde se solicitó dos años y a veces tres por una lista enviada que luego sería devuelta. En algunos casos, donde la correspondencia fue aún accesible como en la India, requirió esa cantidad de tiempo y el intercambio de varias cartas para corregir y perfeccionar detalles de una lista determinada. Cada sistema de parentesco es intrínsecamente difícil hasta que ha sido estudiado cuidadosamente. La forma clasificatoria es complicada sumada a que la nuestra es dificultosa y totalmente desconocida para nosotros. De esta manera, es fácil percibir que cuando se pide a una persona que resuelva en detalle el sistema de un pueblo extranjero, encontrará necesario en primera instancia manejar el propio y luego de eso abordar las dificultades de otro, acaso de forma radicalmente diferente. Con estas consideraciones en la cabeza, el hecho de que varias listas fueron ejecutadas completamente frente a una cantidad considerable que deberían haber fallado es un gran motivo de sorpresa.

El protocolo es necesariamente autocorrectivo en lo que refiere a una parte de las personas descriptas, puesto que la posición de ego y su persona correlativa (él o ella) revierte en diferentes preguntas. También se hizo autoconfirmatoria de otras maneras para que un cuidadoso examen determinase su confiabilidad o no en aspectos particulares. Esto fue especialmente así respecto del sistema clasificatorio. Pese a todos los esfuerzos hechos para asegurar confiabilidad, no es posible suponer que las tablas estén libres de error; al contrario, es muy probable que un examen crítico mostrará un gran número de ellos. Creo, sin embargo, que los que se encontrarán son sustancialmente correctos.

Determinar el propio orden de la distribución de los materiales traídos juntos fue un tema de cierta dificultad. El orden natural del asunto ha sido seguido lo más cercanamente posible. Todas las formas de consanguinidad exhibidas en las tablas se resuelven a si mismas en dos: la descriptiva y la clasificatoria.  De estas, la primera es la más simple en su estructura y por esta razón debería ser considerada primero.  Esta abarca los sistemas de las familias aria, semítica y uraliana que son idénticas en sus características esenciales. El sistema clasificatorio tiene una forma principal, la indo-americana, y dos formas subordinadas, la malaya y la esquimal. De estas, la malaya es la más simple y probablemente la forma subyacente  y en tanto vendría primero; luego en su orden natural estarían tanto la familia turaniana como la india americana  en convivencia puesto que cada una está en la misma relación con la malaya; y luego la esquimal, que está desconectada de los sistemas de las familias mencionadas. Pero se encontró prudente revertir este orden así como el de la forma clasificatoria, de acuerdo con el material preponderante en cantidad, y considerar primero a la familia de los indios americanos, luego a la turaniana y luego a la malaya y la esquimal.

En la Parte I, luego de discutir los elementos de un sistema de relaciones considerado en abstracto, es abordada y explicada la forma romana de consanguinidad y afinidad  con exhaustividad y particularidad, como un típico sistema de la familia aria. Esto es seguido por una breve exposición de las formas que prevalecen en otras ramas de la familia con el propósito de indicar las diferencias entre ellas y la forma típica, y también de determinar las características generales del sistema.  Los sistemas de las familias semíticas y uraliana son tratados luego de la misma manera, y comparados con la forma aria. En este sentido, también son determinados los límites del desarrollo del sistema descriptivo de parentesco.

En la parte II, luego de discutir ciertos hechos preliminares, es explicada la forma de los séneca-iroquesa con detenimiento en los detalles como un típico sistema de la familia de los indios americanos. Luego, las distintas formas en las restantes ramas de esta familia son presentadas; confinando la discusión lo más lejos que puede ser llevada, a los puntos de diferencia entre ellas y el sistema típico.

En la parte III, la forma tamiliana es presentada primera y explicada como típica del sistema de la familia turaniana; luego de que las formas que prevalecen entre las otras naciones asiáticas representadas en las tablas son consideradas y comparadas con la forma típica.  Estas son necesariamente presentadas con completo detalle particularmente la china por la gran divergencia desde la forma típica que exhiben. Luego, es presentado y explicado de la misma manera el sistema de la familia malaya, del cual la forma hawaiana es la típica. El sistema esquimal concluye la serie.

Finalmente, los resultados generales de una comparación de cada una de estas formas, junto con una solución conjetural respecto del origen del sistema clasificatorio, proporcionan el tema del capítulo conclusivo.

Las tablas, sin embargo, son los principales resultados de esta investigación. En su importancia y valor alcanzan por mucho cualquier uso presente de sus contenidos que el escritor seria capaz de indicar. Si pudiesen perfeccionarse y los sistemas de las naciones no representadas pudieran suplirse su valor sería incrementado. En este caso, la clasificación de naciones se funda en la comparación de las diferentes formas de consanguinidad. Con algunas excepciones, esta armoniza con la clasificación previamente establecida sobre la base de las afinidades lingüísticas. Una reposa en la sangre la preponderancia de lo que está representado en el sistema de parentesco; la otra se funda en el lenguaje, las afinidades que son representadas por la estructura gramatical. Una sigue las ideas  indicadas en el sistema de relaciones y transmitidas con la sangre; la otra sigue las ideas indicadas en las formas de leguajes y transmitidas de la misma manera. Un interrogante sería qué clases de ideas han sido perpetuadas a través de los más largos períodos de tiempo.

En la tabla I, que está anexada a la parte I, encontraremos el sistema de las familias aria, semita y uraliana; en la tabla II que de la misma manera está ne la parte II, encontraremos el de la familia india americana; y en la tabla IV, anexada en la parte II, el sistema de las familias turaniana y malaya. El plan adoptado para construir estas tablas fue poner cada relación específica entre un cierto número de naciones asociadas en la misma columna así  concordancia o discordancia como con cualquier parentesco particular se vería de una hojeada.  Esta distribución facilitaría la comparación. Los nombres de las naciones cuyos sistemas son puestos juntos se encontrarán en la columna de la izquierda de la página; y las descripciones de las personas cuyas relaciones con ego son mostradas están escritas en series consecutivas en la parte superior de cada columna. En estas series la línea descendente está dada primero. Esto es, seguida por la primera línea colateral en sus ramas masculina y femenina; y esto a su vez, seguida por la segunda línea colateral en sus ramas masculinas y femeninas del lado paterno y sus ramas masculina y femenina por el lado materno; luego pero menos completamente extendida, encontramos las tercera, cuarta y quinta líneas colaterales. Una inspección de las tablas volverá suficientemente obvio al método.

Si estas tablas proveen lo suficiente como para demostrar la utilidad de los sistemas de parentesco en la prosecución de las investigaciones etnológicas, uno de los objetivos principales de este trabajo estará cumplido. El número de naciones representadas es muy pequeño como para exhibir todas las capacidades especiales de este instrumento. El sistema es explorado más enteramente en las diferentes naciones de la misma familia de lenguajes, especialmente donde la forma es clasificatoria, la más amplia  y decisiva evidencia será la que caiga sobre la cuestión de su conexión genética.  Los hilos de esta conexión entre naciones remotamente asociadas son a veces recobrados en las maneras más inesperadas.  Estas tablas, por lo tanto, son solamente el comienzo del trabajo si este nuevo instrumento en etnología invita a la prueba de la crítica. Que las naciones restantes de la tierra pueden alcanzarse y sus sistemas ser procurado, debería ser deseable; y debería encontrarse a este método como el más simple y el mejor como compendio para la clasificación de las naciones sobre las base de la afinidad de la sangre. [4]


Notas

[1] Sistems of consanguinity and affinity of the human family. Smithsonian Contributions to Knowledge, Vol. XVII. Washington, Smithsonian Institution, 1871. (Este texto se encuentra bajo Dominio Público en su país de origen —los Estados Unidos de América— porque fue publicado antes del 1 de enero de 1928).

[2] League of the Iroquois, p. 85.

[3] Proceedings of The American Association for Advancement of Science for 1857, Part II, p. 132.

[4] En el apéndice de este volumen se encontrará una serie de preguntas adaptadas para este trabajo. Cualquier persona interesada en la profundización de este objeto y que procure el sistema de alguna nación no incluida en las tablas, o que complete y corrija cualquier deficiencia de las mismas, estará brindando un servicio especial al autor. El registro puede ser enviado al Smithsonian Institute, en Washington; al momento de la publicación se dará pleno crédito a quien haya proporcionado la información. [Nota de la traductora: El apéndice no se encuentra incluído en esta traducción, pero se ha conservado la nota porque brinda información sobre los procedimientos seguidos por el autor].


Publicado bajo una Licencia Creative Commons Atribución/Reconocimiento-NoComercial 4.0 — CC BY-NC-SA 4.0

POTLACH – Antropología y Política - ISSN 2953-5891

En nuestra próxima entrada, el Capítulo II de la Primera Parte.  

Lea aquí el Prefacio. 

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